jueves, 10 de febrero de 2011

Cuando los ojos te aprietan, las lágrimas caen en un goteo interminable hacia dentro
La destrozada pregunta murmulla agotada,
El resplandor de un sol ya cenizo hizo de tu vientre solo un agujero sin fondo,
La noche abruma tus sentidos desvalidos,
Los pasos no suenan ya en el corredor oscuro del callejón,
Las muecas ardientes someten a tu rostro, y parece no tener fin esa persecución sin rumbo.
Los fantasmas ocuparon los rincones de los vivos y ahora hay un desfile de intoxicados desgraciados.
La testaruda memoria se aferra a lugares nunca concurridos
Los sordos oídos critican en palabras inventadas por sus bocas chimuelas,
La muralla atascada en medio de un jardín de rosales con espinas gigantes
Ya no miro el brillo insoportable de aquella mirada payaso
En contundentes ocasiones mis parpados brincan al son de una extraña canción de circo
La locura germina tan rápidamente en las venas de mis preguntas
Y dentro de un caparazón redondo y grasoso, me escondo, me duermo y sueño, y sueño…