miércoles, 20 de octubre de 2010

domingo, 3 de octubre de 2010

La noche de ésta noche...

Abro los ojos, oscuridad absoluta, a lo lejos una sirena, de pronto, una segunda sirena acompaña a la primera, sin creerlo, dos más se unen a ese estridente canto. Me cuestiono, en un plano de realidad y sueño, que es lo que estará pasando. Imagino un sinfín de situaciones mutiladas por mi deseo de que no sean ciertas.
La noche es negra, sin luna.
La noche es triste, sin cuna.
Durante algunos minutos ya no encuentro si lo que escucho siguen siendo sirenas o llantos de niños con frio y hambre. Se distorsiona mi realidad, la noche sangra, lo veo por las cerraduras de las estrellas, gotea la inocencia que alguna vez un niño quiso tener, por la puerta de la negrura se asoma el rostro de sonrisa amplia y sarcástica, a mofarse de lo que mira en el mundo que alguna vez fue azul.
La noche es caliente, me quema.
La noche es suplicio, me llora.
No puedo safarme esos sonidos que se aferran a mi oído, tan acostumbrados ya de ellos, en un momento repentino desaparecen llegando a un silencio tan absoluto que hasta mi mente dejó de hablar, me sentí flotar en una superficie parecida a la duda, sin gravedad y con demencia.
La noche es absurda, me engaña.
la noche es silencio, me grita.
Me asomo por la ventana del supuesto lugar de la luna, y me doy cuenta que ahí está, llorando, con el ojo cerrado y un centenar de lágrimas atiborradas en sus manos. Luna, ¿Por qué nos escondes tu luz? La luna, que no tiene boca para hablar, abrió un poquito su ojo y comenzó a señalar con su luz algunas partes del mundo, y pude mirar cosas más decadentes que la decadencia. Después estiró sus manos y me regaló una lágrima llena de un liquido plateado, hice un agujero y me tome un pedazo de su llanto. Ya nunca miré igual...
La noche
La noche
La noche,
Engañosa y verdadera.
La noche que me muestra al mundo sin mascaras...